¡La rama parece frágil, pero no, es más fuerte que un roble!
Sin ademán de súplica, y a veces sin percatarnos, caminamos sin sentido, sin visualizar siquiera el final del sendero, ni los escollos que eventualmente nos impiden llegar. A la vuelta del sol, vemos con hilaridad, que la soledad también se junta con la tibieza del corazón, y el frío del alma, igual cala el cuerpo.
No hay peor batalla, que aquella que pone de frente y sin abrigo, las debilidades, la condición humana en su más viva expresión, reflejada sin par, en cruel desolación.
¡La paja en el ojo ajeno, obliga a mirar la viga en el propio!
Dando espalda a la mansedumbre del corazón, enfila el intelecto, la daga filosa de la ofensa, la ira, la mentira, el odio, y la venganza. Exponiendo del socavón del alma, la verdad de su esencia.
Palpa sin meditar y silenciosamente
La luz que refleja el espejo
Ve las pupilas
Y el brillo de la mirada
La tibieza en el cuerpo
Y el vacío en el alma
Mirando dentro
Nunca fuera,
Se hallara
Se verá en el.
Y entonces, un aire taciturno y tibio recorrerá la espina dorsal, exponiendo la magna realidad. Más, meditando un instante, la verdad se extiende y de las manos se evapora, se diluye:
De la aurora, su luz
Del fuego, la furia
Del aire, la brisa
De la lluvia, el sol
De la ira, la paciencia
De la mentira, la verdad
De la venganza, el perdón.
Del odio, el amor
E inclemente,
Y sin más,
De la oscuridad, la luz
* Imagen tomada del muro de Islam Gamal.
Luz Marina Méndez Carrillo/24012020/Derechos de autor reservados.
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