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  • Foto del escritorLuz Marina Mendez C

LA MANSIÓN DE LOS ESPEJOS: EL CRUCIFIJO

Actualizado: 26 oct 2019









El cansancio lo arrastró de forma inmisericorde al más profundo letargo, violentado por el ruido del crucifijo al dar contra el piso. No entendía cómo, la hermosa cruz en oro de veinticuatro quilates con siete esmeraldas, que pendía de su cuello, se había hecho trizas.

Se incorporó en un santiamén, buscando desesperado los pedazos, sin hallar nada. En su angustia, puso rápidamente la mano sobre su pecho, y ahí se hallaba, el Cristo de los dolores; absolutamente incólume, resplandeciente y puro, con la mirada impecable, beatificante y cristalina, navegando en el lago de piedad y conmiseración hacia la humanidad.

Se indagó inquieto ¿qué era aquello, que lo arrastró al más profundo delirio?

Sentado sobre la cama y aún con el hábito puesto, tomó de la mesita de noche un paño húmedo, secando ipso facto su rostro bañado en sudor y lágrimas, pálido además, por el mal sueño. Todo daba vueltas en su cabeza. No atinaba a distinguir que era real y qué del mundo onírico.

Cerró los párpados un instante, tratando de acomodar las piezas de ajedrez que en extraño tejemaneje daban vueltas en su cerebro.

Cuando creyó hallar claridad, vio sobre la mesa de noche una nota de una caligrafía delicada, que a su tenor literal dice:

"Ansiaba hablar contigo, pero dormías. Te cuento: Josefina ha fallecido. Cuidate. Abrazos"

Se llevó la mano a la frente y contestó al mutismo de su pregunta. ¡Estuvo aquí! E inmediatamente se indagó:

¿Porque su presencia se introdujo de esa forma en mis sueños? ¿Qué significa la destrucción del Cristo del amor que pendía de mi cuello? ¿Qué pasó entre Carlota y yo? ¿Qué interferencia puede tener este sentimiento con aquel que nace del alma humana y conecta con las más sagradas esferas? ¿No puedo acaso dar a mi vida, dirección diferente, sin que se quiebre uno solo de los hilos del amor, que nace en mí, por el Cristo del dolor?


*

WESLEY DANILO SANTACRUZ, reponiendose del impacto de la muerte de su amada, llamó de forma inmediata a Dylan, para que, personalmente, se hiciera cargo de la investigación de los hechos, y demás, que llevaron a la muerte a la hermosa joven, Josefina, y prosiguiera a la vez, con la investigación en la desaparición tormentosa de su señora madre, Liliana Santacruz.


*

Carlota, por su parte, se hallaba en su habitación, presa de desasosiego e impaciencia. No comprendía ¿Por qué la vida le había puesto en ese lugar donde conocería a un personaje, que por su condición, y a la luz de las creencias religiosas mundanas, le era casi que vedado?

Al ingresar al cuarto del clérigo y verlo dormido, pudo contemplar a sus anchas y sin el mínimo obstáculo, la belleza de ese hombre, que día tras día, la arrastraba a un océano de desesperación. A esas alturas, no sabía qué hacer ya, ni cómo actuar frente a él.

Al verlo ahí, doblegado por las circunstancias, a sus ansias y merced, deseo poseerlo de una buena vez. Quería y no. En últimas, se atrevió única y exclusivamente, a estampar sobre los labios de Aimar, un beso, un delicado beso, del que jamás ese hombre se enteraría, pasando sus dedos, por sus labios inermes.

Acomodándose tantico, tomó un lapicero de mina negra y un papel en blanco, lo dobló en forma de corazón, y a fuego y sangre, escribió los siguientes versos, que ocultó sigilosa en el hábito del clérigo:

Y después de todo, te has hundido en mis sueños En mi sangre.

Has viajado sin tocarme por la arena de mis versos Prohibidos

Has bebido de mi cáliz bendito

Y

Has puesto sobre mis labios carmesí La vid de tus encantos.

No obstante, permaneces en tu realidad, Impasible y puro

¡Diáfana verdad, has lapidado mis entrañas!

¿Porque si escuchaba la furia de tus latidos No es mío su ímpetu?

¿Porque si te has cruzado en mi camino La copa de mis ansias yace rota?

¿Porque la luz que irradia de tus pupilas Vivifica y asesina a la vez?

No creas... sin que lo sepas

He bebido de la miel de tus labios Y del rocío de tus latidos.

Y moras en mí y dentro de mí Como un ángel caído.


Y una lágrima cayó de sus mejillas sobre el blanco papel, tornandolo translúcido.



* Imagen tomada del muro de آلعآبث آلآخير. Luz Marina Méndez Carrillo/15092019/Derechos de autor reservados.



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