A esta hora de la sacra noche, la música del cielo se cuela a través del vidrio de mi ventana, e ipso facto, cae secretamente en el lago de mis cabellos. Ahí, cuál centinela, ahuyenta inclemente el hilo imperceptible de mis dulces sueños. Infinidad de recuerdos sacuden mi memoria, y un manto de aleluyas cae dentro. Los quiero lejos, pero no, cuál arandela inquieta, agitan en derredor mío sus doradas flores
Hay momentos que son momentos. Y hay otros, cuyo velo misterioso se extiende del cielo a la Estrella Vega de mis penurias. Los miro pasar y siento, que me arrancan el alma y para siempre. Y otros, cuya luz bifurca lo ignoto de mi existencia.
Es la vida:
Pedazo de cielo en tierra desgranada
Agitar del corazón
Luz de los sentidos
Es el llanto
La sonrisa
El lamento
El grito sin sentido
El féretro que silencioso aguarda el último quejido de las pupilas
El niño que extiende la mano
El hombre que enfurecido golpea la ínfima fibra de su existencia
Es la vida:
El beso robado
La carta que nunca llega
El pincel sobre mi escritorio
El lienzo templado de la historia
La lágrima seca que no baja en la mejilla
La sangre en tierra árida que abre sus fauces al último estertor de la garganta.
El dulce y amargo instante que detiene su cauce en las palmas de mis dedos
Hay momentos que hieren y lastiman
Que enaltecen y enloquecen
Y otros… Dulces, pero tan dulces, que horadan el piélago oscuro de mis recuerdos.
Imagen: Tomada del blog de los Inmortales
LuzMarinaMéndezCarrillo/ 30092021/ Derechos de autor reservados.
Obra registrada en Cedro-España/ https://www.cedro.org/
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