Ciñendo corona ensangrentada, el príncipe de la luz descendió a la tierra, colocando en el cenit de las almas cuya existencia la habitan, una corona bordada de perfumados lirios.
Dice: ¡La Vid de la esperanza espiritual! ¡La Gota de sed que sacia y saciará la vertiente del alma humana!
“Poned la otra mejilla” eje fundamental del sendero sagrado. Al mal, no responder con mal. Así de simple.
Así mismo, la maldad que sale por la boca y viene del corazón del hombre, le contamina, e indudablemente, daña a los demás.
El alma del hombre se ha revestido de desprecio, desmigajando en sus actos la hiel de éste veneno. No porque sea inherente a su esencia, sino porque lo ha plegado a su existencia.
En el paso por el sendero de la vida, no se ha de olvidar, la gratitud, cual diadema que adornará nuestra existencia y pondrá el espíritu en la senda lineal de la esperanza espiritual.
Siendo ésta ramificación arraigada en el socavón del alma cuyo génesis hemos fraguado, no hay opción distinta que sacudirla, o caer en el abismo ardiente.
¡Siento el fuego
Que no es fuego
Que no es sombra!
¡Siento el aire
Que no es aire
Que no es agua!
¡Eres tú!
¡Distancia entre mi cuerpo
Y tu memoria!
¡Mírame, aunque no me veas!
¡Tócame, aunque no me halles!
Habla silencioso a mis oídos
¡Sacude el eslabón de la cripta ardiente!
Deja escapar el hálito de vida
Testigo fiel de este pasado
Ni el tiempo cuya aurora la noche borra
Secará de las pupilas la mancha oscura
De tu desprecio.
* Imagen tomada de Flor lirio de los Valles(Convallaria majalis)-Pinterest.es.
Luz Marina Méndez Carrillo/02092019/Derechos de autor reservados.
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