La memoria guarda recuerdos tristes y amargos. Pero nunca, como los que hoy, minuto a minuto absorbe la pupila, de este río de sangre, dolor y muerte, que ha pasado y pasa, ante los ojos del alma. El mal abrió sus fauces y una nube negra cubrió los campos y praderas…
E ipso facto, secó la fuente sacra de la vida.
Es el hambre que mueve el aliento y enfurece los espíritus, llenando de valor a los sedientos, que rompiendo cadenas, derriban muros y lamentos.
La tierra impávida se sacude, por el grito doloroso de la madre, la desaparición forzada y la bala asesina, que sin medir distancia ni consecuencia, arrasa inmisericorde la voz que en el desierto clama.
“Armas no letales” dicen los malvados, que con tanquetas de proyectil mortífero, siembran de cuerpos y sangre la selva de cemento.
¡Cuánto dolor clava en el alma el asesino! ¡Cuánta sangre cuelga el malvado a su garganta! ¡Ay de aquellos, que incólumes e intocables sueñan, pronto verán su reflejo en el espejo!
¡Como duele mi gente!
¡Como duele mi patria!
¡El silencio se hace eterno
Y hay fuego en mis entrañas!
Imagen: Créditos a su creador
Luz Marina Méndez Carrillo/10052021/ Derechos de autor reservados
Obra registrada en Cedro-España/ https://www.cedro.org/
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