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  • Foto del escritorLuz Marina Mendez

ESAS CALLES







Esas calles, pisos de cemento y ladrillo a sus costados, cimiento de la franja inquebrantable de fraternidad, como el hilo imperceptible que silencioso se teje en el vientre materno, y sin parentesco alguno, deja huellas imborrables en las astas del alma de un colectivo humano que jamás se conoció.



¡Fuego y cenizas!




Así se les vio y así lo sintieron. La noche impávida observó por lunas enteras, acorralada en ese pedazo de cielo que corresponde a todos, y por la fuerza del momento, la sed de justicia que se agita entre los dedos, el zigzag de los escudos de hierro y madera ante el ataque aleve del despiadado asesino.


¡Sangre y tinieblas!




Una noche… Noche larga. Palidecen los rostros y frías gotas de sangre se funden con el poder de las tinieblas que ansiosa observa y espera, en aras de asestar el puñal en la espalda. No soñaron un instante siquiera, que la valentía que agita esos escudos, los hace roble, los hace acero.




¡Huella indeleble!




El agitar enloquecido respirando a sus espaldas, ante la inminencia de la muerte y el dolor, fueron barrotes que ni la torva muerte traspasó. Allí se templó el alma de un acero inoxidable. Allí cristalizó el respeto y se extendió más allá de las estrellas, el lazo de unión inquebrantable, la onda de fraternidad cuya hélice mueve el bienestar y protección de la vida del otro.



En el cole, no hablaron de la vida y sus peligros, del odio en la mirada, del puñal traicionero y la bala asesina. No obstante, la ignominia, el bagaje de miseria y las crueles injusticias, arrastraron a lo alto del firmamento, el bastión de la lucha perenne, la cual no termina en esas calles lapidadas, en esos cuerpos mutilados y esas vidas destruidas.




Imagen: créditos a su creador.

Luz Marina Méndez Carrillo/06092021/ derechos de autor reservados.

Obra registrada en Cedro-España/ https://www.cedro.org/








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