
Pasó varios minutos contemplándose en el espejo. De pronto, una ráfaga ineludible la arrastró al piélago oscuro de sus pensamientos. Giró sobre sí misma, cayendo en el socavón de los recuerdos. Esos que duelen y parten el alma, esos incapaces de abandonarte por el resto de la vida. Lo último que anhelaba, retroceder, envolviéndose nuevamente en ese maremágnum sin sentido que, desencadenaría, consecuencias devastadoras.
La noche se hizo noche, halando a sus entrañas el nudo que quemaba su garganta. Los versos subían y bajaban como estrellas cristalinas sobre sus mejillas. Imposible olvidar esa madeja hechizada que ató su corazón al infortunio. Ese pedazo de papel en forma de fuego y sangre que, aquella noche y por casualidad, trastocó las fibras de sus sentimientos.
¡Esta noche duele el olvido!
¡Esta noche duele el recuerdo!
Imagen: Créditos a su creador
Luz Marina Méndez Carrillo/03/05/2022 /Derechos de autor reservados.
Obra registrada en Cedro-España/ https://www.cedro.org/
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