Se alzaron mis manos al ámbito celestial, esperando contemplar las estrellas.
Después, un viento suave y tierno invadió mi corazón de fuego, mis labios de un rosa pálido y el cabello de azules mariposas.
Mi túnica blanca se vistió de versos, y en las manos, adherida quedó una pluma.
¡Quiero morir! ¡Grito silencioso del alma ignota!
¡No puedes! Vociferó la voz del viento.
¡Vivirás! Contestó el hálito de vida.
Y de la fuerza de mi espalda brotaron alas.
¡Canto sublime!
¡Luz del alma mía!
* Imagen tomada del muro de Ana Demon.
Luz Marina Méndez Carrillo/07032020/Derechos de autor, reservados.