Y un día…
La alegría no será
Se mirará sin ver
Se palpara sin tocar
Y
El alma, la tierra no hallará
No creo en la quietud de las tumbas, el silencio de los cuerpos y la paz de las almas.
¡Seguid llorando sobre la lápida, que ahí no termina la historia!
Se carga sobre la espalda el peso del alma. Se ha de responder por los actos que hagamos, aquello que deseamos o lo que pudiendo hacer, nos negamos. Es una ley natural que no se deja transgredir. Lo que se siembra se recoge. Se avanza o retrocede. Así de simple es la vida, y así de simple, las leyes del alma.
La muerte es solo un sofisma. Transmutación de la vida misma. El peso del alma sigue y aún más, cuando el cuerpo que las aliviana se ha desvanecido sobre la tierra.
Su terquedad ensombrece el espíritu, y de regreso, la carga llega consigo.
¡Por ende, la muerte a nadie salva de la vida!
Sobre los labios sedientos,
Una gota de rocío
Sobre los pómulos doloridos,
Ungüento sanador
Y
Sobre los pies cansados
Un pedazo de corazón.
* Imagen tomada de desmotivaciones es.
Luz Marina Méndez Carrillo/28072019/Derechos de autor reservados.
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