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Foto del escritorLuz Marina Mendez C

A TRAVÉS DEL CRISTAL

Actualizado: 25 sept 2021







Preludio a los escritos, esta alma hace un extraño recorrido. Merodea lenta y apacible por los senderos de la obscuridad y el conocimiento, en ansias infinitas de hallar, el piélago prohibido que me permita llegar a individuos desconocidos.


Hoy auscultó a través de la ventana, lo que a su entender, refleja el rostro de aquellos que día a día deambulan, cargando sobre sus hombros, la pesada cruz.



El cielo se ha difuminado en pinceladas de ajedrez, teñidas de rosa y verde olivo por la aurora boreal, desbordando sobre la tierra, beatitud y benevolencia.



Al compás del aroma de una taza de café, el silencio apaciguó y la respiración se hizo eterna.



La veo pasar, como todos los días. Ella, la hermosa estrella. La que con sus audífonos ríe. La que a través de su sonrisa promete paraíso y felicidad. Ella, la juventud bendita, la inolvidable.



Siguiendo sus pisadas y a corta distancia …ÉL. Un hombre de rostro ovalado, cuyas arrugas combinan a la perfección con la mirada. No sonríe. tal vez ha reído suficiente. No obstante, la jovialidad y pacifismo sellan su rostro. Carga a la espalda una maleta color café, y en sus manos, fuertemente atado, un termo, que seguro hidratara la sed de su destino, en éste espinoso camino.



Antes de caer en la exacerbación espiritual. Le miro revolotear sin sentido, o tal vez no. Huele las paredes y puertas de las casas contiguas, y en últimas, marca territorio en las áreas transitadas. Regresa a la puerta de su hogar, justo al frente de mi ventana, y queda mirando fijo al firmamento, como si antes de salir, hubiese deleitado innumerables páginas de un libro de filosofía. Pipo, le dicen al canino, de raza schnauzer, color gris; amo y rey de la cuadra. De pronto, arremete contra los perros que merodean el lugar, que en su ferocidad amenazan destrozarle. Poco le importa.



No podía faltar, la madre, la única, la especial. Ese ser que por todos los poros desborda amor y cuyo rostro hace imperceptible la cara dulce de su lindo bebe. La ternura se ha hecho vida y con ella, una canción.


Nada más gratificante que el rostro de un pequeño atado al cuello de su madre. Dicha escena puso sobre el tapete mi instinto maternal. Esa delicada fibra de amor sublime que se hace evidente, entre una madre y su pequeño, mucho antes de ser concebido.



En contraste, deambulan igual. Ellos, los abandonados, los tristes, los que sobran, los sin rostro. Aquellos cuya existencia la sociedad en su indolencia señala, y otros, en su fútil desprecio, les llaman indigentes, y quienes aún más allá, les dicen desechables. Su verdadero rostro ha desaparecido, lo absorbió la descomposición moral de una sociedad en decadencia. Por ende, deambulan dibujarndo su sombra, pues la misma les abandona. Hastiados y revueltos en la más vil de las miserias. Seres cuya mirada refleja en el orbe, la existencia del inframundo.




Imagen tomada de: :https://noticiasya.com/2017/12/06/san-diego-tiene-la-cuarta-poblacion-indigente-mas-grande-del-pais/





Luz Marina Méndez Carrillo/10012019/Derechos de autor reservados.



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