Se ha llevado innumerables veces el alma y corazón rotos. Se ha transitado por caminos espinosos, muy dolorosos. El alma duele, el corazón sangra. Los labios se ajan y el cuerpo tiembla. No hay duda que se ha sentido amor, amor del bueno, amor puro y cristalino.
Dicho sentimiento, conecta con el alma del firmamento, con la luz del sempiterno. No puede existir en sí mismo contradicción, menos, equivocación.
Se ha escuchado regularmente: “deja el apego” “has de quererte” Como si de apegos y amor propio se tratara. ¡Cuantos hay que amparados en ello, sucumben en el mar del egoísmo, del rencor y la venganza!
El amor es asunto de almas, no de apegos, menos de amor propio. Dar amor, es traspasar lo ilimitable, es comulgar con el alma insuperable hecha de amor y vida. Es despojar lo terrenal traspasando el aura sagrada. Es poner en el corazón del ser amado, el retazo de dicho amor.
A veces, la fatiga toca los tinglados del alma y el corazón siente fenecer. Pero siempre se ha de amar. ¡El amor vivifica!
Y la sangre hizo el poema que no pensó la muerte
El lamento que de la tierra clama
Y el prodigio que floreció
En tu mente
آلعآبث آلآخيرImagen tomada del muro de
Luz Marina Méndez Carrillo/30042019/Derechos de autor reservados.
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