Yo diría, que más allá del día, de la noche, del alba, del crepúsculo nocturnal con su irrebatible bullicio, yace un ángel dormido, el ángel de la soledad.
¡Sea hecha la vida de sus sacros pétalos!
Como la sangre el acuerpo
Como el aire a los pulmones
Como la leña al fuego
En su sentir, vivifica el silencio y la palabra. El alma dirige la mirada al firmamento, y el corazón da vida al intelecto.
Es ella la gestora de mis letras y autora intelectual de mis ensoñaciones. Pescadora inconfundible de versos y aleluyas, y al unísono, retazos de melancolía, que al revestir mi existencia, desgaja en agonía.
¿¡Qué hay de la vida sin ella!? No la soporto, ni siquiera la imagino. El bullicio entorpece el espíritu y cierra el tímpano de la inteligencia.
Aún la suave gota que sobre el alero cae, destempla la paz del silencio. ¡Templo beatífico de la soledad bendita!
* Imagen del muro de Islam Gamal.
Luz Marina Méndez Carrillo/08082019/Derechos de autor reservados.
Comentários