Deambula en su cuarto de un lado a otro contando las horas. Por extraña razón se ha negado a escribir, a pesar de las ideas que exigen ser regurgitadas.
Son las dos de la madrugada. Se abrocha el pijama y se dirige al visualizador. Escucha pasos en la escalera. Aguza el oído y pone en alerta la visión.
Aparece en el pasillo un hombre viejo, calvo, de estatura media, de aspecto malévolo. No obstante el tiempo en la Mansión, no se había percatado de la presencia de este personaje.
Lo mira acercarse lentamente a la habitación veintidós. Introduce una llave en la ranura. No gira. Hace nuevo intento y no abre. Pasa a la puerta contigua que responde al primer intento, perdiéndose a través de ella.
Siente temor, ya que este personaje al pasar por el pasillo y a la luz de las farolas, no reflejo sombra alguna.
Cual remolino vertió su mente: la escena del gato, la esencia en los espejos, las pesadillas, las rosas rojas, el cura en la Mansión, el monje de la muerte, y demás hechos que intrigan y a la vez encajan, en ese juego siniestro, como fichas de ajedrez.
Carlota, un tanto inquieta por lo acontecido, se tumba sobre la cama quedando ipso facto
dormida.
*
Abigaíl golpea varias veces en la habitación. Nadie contesta. Opta por entrar llamando a viva voz. ¡Señora Josefina! la limpieza. Repite nuevamente, incrementado sus pupilas y poniendo el iris de sus ojos en desconcierto y extraño vaivén. De pronto, la mira tendida en el piso, pálida y sin sangre en su rostro, con un cepillo de cabello entre sus dedos. La sacude varias veces, toma el pulso y llama inmediatamente a recepción.
Don Arcadio ve la llegada de una ambulancia sin inquietarse. Parece conocer lo acontecido.
Carlota marca al celular de Josefina sin obtener respuesta.
*
La noche se ha tornado muy oscura y espesa. El sueño huye como la sombra y el aire falta en los pulmones.
Reverencia una y varias veces las imágenes que cuelgan de la pared en su habitación, en cuadros viejos y desvencijados. Responden estas, a Aleister Crowley, ocultista, alquimista, mago, poeta y escritor inglés. Conocido por algunos como Mago negro. Y la del Austriaco, Guido Von List, fundador y máximo representante de la Logia Oculta.
Encaminado a superar a sus maestros, agita con fuerza los tubos que contienen las pócimas, murmurando entre sus labios pálidos y delgados, extraños hechizos que sólo él conoce. De una de ellas, desborda un líquido espeso y verdoso como agua de pantano, que ansiando cumplir su misión, se desliza mesa abajo hasta lograr introducirse en uno de los espejos de la habitación, evaporándose ipso facto.
Mientras, Hakim el hechicero, envuelto en su capa negra, sonríe por el efecto logrado.
Sigue:
Imagen de Khronos Historia.
Luz Marina Méndez Carrillo/04082019/Derechos de autor reservado.
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