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  • Foto del escritorLuz Marina Mendez C

LA MANSIÓN DE LOS ESPEJOS: EL ENCUENTRO

Actualizado: 18 ago 2019






Es una mujer pasional. Hasta la mínima gota en la profundidad del socavón la sacude. Sus delicadas facciones e inteligencia atraen con facilidad. Así es Carlota, la joven escritora.


Cansada del bochorno, optó por un mini sujetador y una falda larga blanca, que delinea a la perfección su cuerpo. Recogió su negro cabello con una pinza en forma de mariposa de color pastel dorado, ajustando al lóbulo de sus orejas, dos circones en forma de corazón.


Lleva al vaivén de sus pasos, la gracia y facilidad de su intelecto. Sueña con conocer al extraño visitante como le llama, pues tiene la sensación, es atrayente y jovial.


Al otro costado del mismo Valle, Aimar, logra concentrarse en sus ideas, hilvanando la maraña que lo tiene en dicho lugar.


A plenitud del cenit, Carlota camina en dirección a la banca que ocupa el clérigo. Al ver al hombre de lejos, se ha metido a su cabeza, pasar un momento divertido con él, mientras cae la tarde. Pues desconoce de quién se trata.


Se acerca lentamente, como saboreando el aire, pone la mano sobre su hombro y vocifera: Bonito día.


- Aimar levanta la mirada, y Carlota queda hechizada. La intensidad del iris de sus ojos, quietud y belleza de su rostro, le impactan.


- C- ¿Quién eres? indaga.

- A- Aimar.

- C- ¿Te hospedas acá?

- A- Si

- C- ¿En qué habitación?

- A- La veintisiete.



Carlota recibe tremendo sacudón. No desea exhibir la belleza de sus atributos, justo a un sacerdote. Pero, ahora que lo tiene frente a frente, extraña ansiedad se apodera de su ser. No sabe qué hacer:


En sus horas de soledad, y sin conocerle, le deseaba, y sabiéndolo cerca, ve con admiración, que la belleza le supera.


¡En su corazón fluye y refluye, aureola de enternecidos colores!



Y dice para sí: ¡La batalla será larga! Justo a mi lado, yace el causante de mis desvelos. ¿Es posible acaso que la vida me castigue de tal manera?


Por su parte, Aimar, haciendo a un costado su protocolo eclesiástico, murmura para sus adentros:¡Hermosa joven! ¡Dulce tentación!


Un sacerdote antes que nada, es un ser humano, con cualidades y defectos, Querer endiosar al hombre y sus debilidades humanas. ¡Craso error!


Jesús, el Cristo del amor, en su peregrinar terrenal, no exigió celibato a quienes promulgaran su palabra. Al contrario, quebró de un tajo, el egoísmo y falencias de la ley mosaica. Justicia, equidad y amor, fueron sus eslabones de libertad.


El silencio hizo mella en el ambiente. Aimar tratando de superar tal momento, comenta: Quería saber de ti, y hoy, deje en tu cuarto una rosa roja. Carlota, superando su hilaridad agradece con sus mejillas enrojecidas. Y pregunta: No deseo pecar de atrevida, quizás, grosera. Pero, ¿Porque de la rosa roja? Aimar en su inmensa ternura, contesta: La rosa roja símbolo de amor y vida, renacimiento, belleza y encanto. Ella, guarda silencio.


¡Su corazón se ha hecho nudo!



Ese momento y esos minutos entorcho de tal manera esos corazones con finalidades distintas y una sola razón, o quizás, un mismo infierno.


La escritora en su habitación, camina en círculo. Entrelaza las manos con su cabello e intercambia los anillos de sus dedos. La inquietud le atormenta. De pronto, toma un pincel, lo agita varias veces, y en un papel blanco, hace trazos ininteligibles. Repite la maniobra varias veces, hasta que ordenando sus neuronas, desgaja las siguientes líneas




¡Con éste cáliz

Que es lumbre y ceniza

No me castigues Señor!



¡Mírame...

Entre tus aleluyas estoy!



A ti, ¡Oh, júbilo de ensueño!


Te imploro

Te suplico


Aparta de mí

Esa voz, ese rostro

¡Que es trueno, que es látigo!



Y una lágrima desliza por sus mejillas.



La noche se ha partido en dos. Aimar en su cuarto, hinca la rodilla ante el Cristo de los dolores. Su tierna mirada se entrelaza con la magnificencia del Nazareno, y de su corazón, brotó un lamento.




* Imagen de Wall paper Safari.

Luz Marina Méndez Carrillo/15082019/Derechos de autor reservados.





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