Quiso desprenderse de ese momento incómodo. Agitó la taza de café y pudo ver en el rescoldo, el rostro de un hombre. Era como si el destino, en cada segundo, señalara su camino.
Subió presurosa las escaleras, ansiando que Josefina no se fijara en la inquietud, que quizás, revelaba su rostro en ese momento. Pero el espejo cóncavo al final del pasillo, lo desdibujó en todas sus facetas. En un santiamén, ventilo frente a sus ojos: pasado, presente y futuro de su existencia. ¡Sintió dolor y miedo¡ No obstante, haciendo a un lado sentimientos encontrados, aceleró el paso a su habitación.
Recostada sobre su lecho, su alma divago por parajes insospechados. Creó su intelecto una fusión extraña entre el rostro del hombre de la taza de café y el enigmático personaje que llegó a la mansión, y del cual, nada sabía.
Una idea extraña y poco usual, la inquietó. De ahora en adelante, lo expiaria. Pensó.
Frente al peinador y como en cuadro retrospectivo, se reveló nuevamente las imágenes bifurcadas de su existencia, que le expusiera el espejo cóncavo de plata, minutos antes.
¡Algo tenía ese hermoso artefacto, que era capaz de leer el alma!
Se hizo la noche y un manto solitario y misterioso se apoderó del lugar. Carlota, guardando dentro de sí, su preocupación, inició labor de espionaje.
Cubrió su cuerpo con un kimono de satén estampado. Celosamente resguardada en su sugerente ceñidor, hecho de encaje atado a su liguero, su Pss. La Pss es una pistola semiautomática especial, ideada para hacer tiro silencioso y sin fogonazo a la distancia, de hasta cincuenta metros.
Recogió su cabello, colgó en su oreja izquierda un diminuto bolígrafo y observó su reloj- La una de la madrugada.
Caminó por el silencioso pasillo midiendo sus pasos, en aras de desorientar a quien de forma imprudente, la pudiera estar observando.
Bajo las escaleras en dirección a la habitación veintisiete. Se supone, estaría habitada por el enigmático visitante. Igual inquietud le embarga, la habitación veintidós; días antes, proveniente de ese lugar, escuchó el sonido de una caja musical, y la conexión además, con el hermoso gato blanco.
Miró de reojo bajo la puerta y una luz tenue se hallaba encendida. Se acercó sigilosa a la rendija, en busca de algo que pudiera identificarlo. Una sombra en movimiento se proyectaba en una de sus paredes. Aguzó la vista y pudo ver que se trataba de un hombre joven. Al acercarse un poco más, logró ver con claridad sobre una de las sillas, una sotana negra y una rosa roja sobre ella. Un viento helado recorrió su ser. En su corazón, un maremágnum de ideas daba vueltas en círculo.
Aceleró el paso. Al introducir la llave de su habitación, escuchó el sonido de una puerta al abrir, en el pasillo donde minutos antes se encontraba. Ingresó rápidamente y secándose el sudor, expresó: ¡Salvada estoy! Dejándose caer sobre la mullida cama.
Al instante, tres golpes suaves en la puerta aceleraron su corazón. Observó por el visualizador y una gota fría con sabor a rosas la atravesó.
Y el rocío que cae de su boca
Carmesí
Agita la furia que yace dentro
De mí.
Sigue...
* Imagen tomada de Freedpik.
Luz Marina Méndez Carrillo/07072019/derechos de autor reservados.
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